Esa noche, compartimos Caricias, sueños y hermosas palabras que hasta parecían pequeñas frases y reflexiones dichas por algún filósofo de alma gigantesca que abundaban en el siglo XVII.
Recostados en aquella cama, que mas parecía la pradera donde Mary Popins cantaba tan alegre divertidas y lindas canciones. Él hablaba sutilmente muy cerca de mis oídos, como susurrándome sus intrigantes hazañas de todos los días, yo lo miraba , miraba sus dos ojos, tan brillantes como cualquier estrella en la negra noche, y luego mi mirada se postraba en esos labios color rosa pálido, y allí se quedaba imaginando estar en un parque de diversiones comiendo esos algodones de azúcar de diferentes colores y dando vueltas sin parar. Mis manos, pegadas a la de él, nuestros dedos entrelazados como cual trenzas de alguna niña de cultura indígena, el aroma de su cuello era terriblemente penetrante que llegaban hasta el fondo de mis fosas nasales mientras lo besaba lentamente y acariciaba su corta cabellera parecida a frágiles fideos de mercado, y entonces eran mis cincos sentidos concentrados en él, todos en él.
Cuando cayo en los brazos del Dios Morfeo, yo aun seguía despierta contemplándolo en su mayor esplendor. Sus ronquidos , era como escuchar sinfonías de Liszt, en medio de la segunda guerra mundial, y sus sueños eran acertijos de un sombrerero, ese personaje enigmático de los cuentos infantiles, siempre un misterio..
Él despertó, y yo a su costado, con mi enorme sonrisa, que alguna vez tuve al nacer y no se repetía tan fácilmente, y me rozó las mejillas con sus tersas manos y al hacerlo yo me sentía en el mundo de los que llevan zapatos enormes con puntas graciosas, narices rojas, pintura en la cara y vestimenta ridícula para andar mejor para sentirse mejor, era mi felicidad en su máximo volumen. Él me b dio un tierno y corto beso en la frente, y me sentí deslizarme a toda velocidad por un tobogán que me llevaría a caer en un mar de pelotas de plástico de pinturas primarias, fue entonces donde comprendí que él es un personaje de mi cuento sin fin, quizá protagonista en invierno, antagonista en verano y hojas secas en primavera y otoño, él es ese gracioso sapito que alguna vez dibuje en mis cuadernos diarios saltando de mi boca hacia mi mano con su mirada atenta a mis labios,
Él es millones de burbujas infladas a través del tiempo, él es mucho y nada, él esta y no esta, él es tan especial, pero no primordial, él es como un domingo, él es ……
Y Aun recuerdo esa noche, esa noche fue la vida encerrada en 5 horas,5 minutos, 5 segundos, da igual, esa noche lo pensé, no olvidaré.
3 comentarios:
A Gina,
que sigas cayendo en los brazos de morfeo, el único que nos lleva de la realidad a lo fantástico, te llene de genialidades y te devuelva a la tierra ya lista para plasmarlo todo en donde quiera que puedas. Y que nunca deje de sonar tu xilofono que su melodía me hace saltar caerme levantarme y volver a brincar.
MG
Yo también caigo, pero no en brazos, sino más bien entre útiles de escritorio y una taza de café.
AHORA, SOLO QUIERO CREER EN LA AMBICION DE UN SER HUMANO QUE FUE (Y ENFATIZO "FUE"), UN EXTRAÑO EN UNA NOCHE
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